DOMINGO 15 DEL TIEMPO ORDINARIO

1 julio, 2021

Ve y profetiza a mi pueblo.

Del libro del profeta Amós: 7,12-15.

En aquel tiempo, Amasías, sacerdote de Betel, le dijo al profeta Amós: “Vete de aquí, visionario, y huye al país de Judá; gánate allá el pan, profetizando; pero no vuelvas a profetizar en Betel, porque es santuario del rey y templo del reino”. Respondió Amós: “Yo no soy profeta ni hijo de profeta, sino pastor y cultivador de higos. El Señor me sacó de junto al rebaño y me dijo: ‘Ve y profetiza a mi pueblo, Israel’ “.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

Del salmo 84, 9ab-10. 11-12. 13-14.

R/. Muéstranos, Señor, tu misericordia.

Escucharé las palabras del Señor, palabras de paz para su pueblo santo. Está ya cerca nuestra salvación y la gloria del Señor habitará en la tierra. R/.

La misericordia y la verdad se encontraron, la justicia y la paz se besaron, la fidelidad brotó en la tierra y la justicia vino del cielo. R/.

Cuando el Señor nos muestre su bondad, nuestra tierra producirá su fruto. La justicia le abrirá camino al Señor e irá siguiendo sus pisadas. R/.

Dios nos eligió en Cristo antes de crear el mundo.

De la carta del apóstol san Pablo a los efesios: 1, 3-14.

Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en él con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en Cristo, antes de crear el mundo, para que fuéramos santos e irreprochables a sus ojos, por el amor, y determinó, porque así lo quiso, que, por medio de Jesucristo, fuéramos sus hijos, para que alabemos y glorifiquemos la gracia con que nos ha favorecido por medio de su Hijo amado.

Pues por Cristo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. Él ha prodigado sobre nosotros el tesoro de su gracia, con toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Éste es el plan que había proyectado realizar por Cristo, cuando llegara la plenitud de los tiempos: hacer que todas las cosas, las del cielo y las de la tierra, tuvieran a Cristo por cabeza. Con Cristo somos herederos también nosotros. Para esto estábamos destinados, por decisión del que lo hace todo según su voluntad: para que fuéramos una alabanza continua de su gloria, nosotros, los que ya antes esperábamos en Cristo.

En él, también ustedes, después de escuchar la palabra de la verdad, el Evangelio de su salvación, y después de creer, han sido marcados con el Espíritu Santo prometido. Este Espíritu es la garantía de nuestra herencia, mientras llega la liberación del pueblo adquirido por Dios, para alabanza de su gloria.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

 

Envió a los discípulos de dos en dos.

Del santo Evangelio según san Marcos: 6, 7-13.

En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos. Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinto, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica. Y les dijo: “Cuando entren en una casa, quédense en ella hasta que se vayan de ese lugar. Si en alguna parte no los reciben ni los escuchan, al abandonar ese lugar, sacúdanse el polvo de los pies, como una advertencia para ellos”. Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban a los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

Homilía del Domingo 15 de tiempo Ordinario

Evangelizar

 

Queridos hermanos y hermanas: En la educación universitaria de hoy se aconseja que los estudiantes vayan alternando la teoría y la práctica, de manera que lo que aprenden en el aula de clase y en los laboratorios lo puedan aplicar en el mundo real.

Pues bien, este modelo educativo que invita a aprender haciendo, fue utilizado por Jesús hace dos mil años.

El Evangelio de hoy nos dice que Jesús llamó a los Doce, los envió de dos en dos y les dio poder sobre los espíritus inmundos.

El evangelista San Marcos resume la tarea confiada a los doce apóstoles sus colaboradores más cercanos: Los discípulos se fueron a predicar el arrepentimiento. Expulsaban los demonios, ungían con aceite a los enfermos y los curaban.

En palabras de hoy, podríamos decir que la tarea asignada era, por una parte, invitar a un cambio de vida y, por otra parte, expresar solidaridad con las personas que sufren.

Al asumir la tarea de predicar el arrepentimiento o cambio de vida, los discípulos tienen la primera experiencia práctica como constructores de un orden nuevo. La buena noticia que anuncia Jesús no es un discurso teórico, sino que tiene la fuerza transformadora para construir una persona nueva, una familia mejor, una humanidad diferente.

Al asumir la tarea de expulsar a los demonios y curar a los enfermos, los discípulos inauguran un apostolado de solidaridad con las personas que sufren. En los dos mil años de historia de la Iglesia Católica, innumerables creyentes han consagrado sus vidas al servicio de los enfermos, de la niñez, de los jóvenes, de las adolescentes embarazadas, de los indigentes.

Los invito a que hagamos un cambio de roles: seamos, no ya lectores de un relato sucedido hace muchos siglos, sino que pasemos a ocupar el lugar de protagonistas.

En la Iglesia se siente hoy la necesidad de una nueva evangelización. Todos estamos llamados a evangelizar ¿En qué puede consistir esta nueva evangelización? ¿Dónde puede estar su novedad?

El relato de San Marcos deja claro que sólo Jesús es la fuente, el inspirador y el modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. Estos actuarán con su autoridad. No harán nada en nombre propio. Son enviados de Jesús. No se predicarán a sí mismos: sólo anunciarán su Evangelio. No tendrán otros intereses: sólo se dedicarán a abrir caminos al reino de Dios.

Por ello, el Papa Francisco en la Encíclica Evangelii Gaudium dice: quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por la alegría.

La única manera de impulsar una nueva evangelización es purificar e intensificar esta vinculación con Jesús. No habrá nueva evangelización si no hay nuevos evangelizadores, y no habrá nuevos evangelizadores si no hay un contacto más vivo con Jesús. Sin Él haremos todo menos introducir su Espíritu en el mundo.

Nosotros somos esos discípulos enviados por Jesús para que contribuyamos a la transformación de las personas y de las estructuras. Nos envía para que mejoremos las condiciones de vida de millones de hermanos nuestros agobiados por la violencia y por la pobreza.

Por ello dice el Papa San Juan Pablo II, de feliz memoria: Dejémonos tocar por la fuerza de Cristo. Pues quien ha encontrado verdaderamente a Cristo no puede tenerlo sólo para sí, debe anunciarlo.

O como diría el Papa Francisco: El cristiano está siempre dispuesto a anunciar el Evangelio, porque no puede guardar para sí mismo el gozo de conocer a Cristo. Se trata de llevar el Evangelio a las personas que cada uno trata, tanto a los más cercanos como a los desconocidos.

Jesús envía a sus discípulos a las aldeas y poblados. A nosotros nos envía a anunciar la buena noticia al grupo familiar, a los amigos, a los vecinos, a los compañeros de trabajo, a los compadres, a los colegios y universidades. No nos imaginemos destinados a lugares exóticos. El Señor nos pide que actuemos como sus enviados allí donde trascurre nuestra vida diaria.

Sin olvidar lo que dijo Pedro Finkler, psicoterapeuta y religioso: Lo esencial de la evangelización no es la predicación sino el testimonio de vida cristiana.

En este relato de la primera salida de campo o práctica pastoral supervisada que hacen los Doce, aparecen unas instrucciones muy particulares del Maestro.

Les mandó que no llevaran nada para el camino: ni pan, ni mochila, ni dinero en el cinturón, sino únicamente un bastón, sandalias y una sola túnica. ¿Cuál es el sentido de estas instrucciones?

Más que una lista de objetos permitidos y prohibidos, lo que plantea Jesús es un criterio: debemos viajar por la vida ligeros de equipaje.

Lo importante no es poner en marcha nuevas actividades y estrategias, sino desprendernos de costumbres, estructuras y servidumbres que nos están impidiendo ser libres para contagiar lo esencial del Evangelio con verdad y sencillez.

Si miramos a nuestro alrededor: la habitación, el closet, nuestra casa o apartamento, la oficina, tenemos que reconocer que almacenamos infinidad de objetos que no usamos.

Valdría la pena que, como resultado de esta reflexión, hiciéramos una revisión de nuestro closet; si durante un año no hemos usado una prenda de vestir o unos zapatos, eso significa que no los necesitamos. No dudemos en dar esa ropa a personas que tienen verdadera necesidad.

Termino esta reflexión dominical diciéndoles que como mencionó San Juan Pablo II, de feliz memoria: La Iglesia necesita muchos y cualificados evangelizadores que, con nuevo ardor, renovado entusiasmo, desbordantes de fe y esperanza, hablen cada vez más de Jesucristo.

Además no olvidemos que el Evangelio de hoy nos ha trasmitido una interesante experiencia vivida por los doce apóstoles, que hacen su primera salida apostólica bajo la atenta supervisión de Jesús, el Maestro. Tomemos conciencia de que también nosotros somos enviados a anunciar los valores del Reino en nuestros ambientes y acojamos su invitación a viajar por la vida ligeros de equipaje. Así sea.